Diferentes Reacciones ante el Error (para Entrenadores)

Publicado el 13 de febrero de 2025, 19:32

Una de las premisas incuestionables cuando hablamos de deporte es el error. El error es una variable que aparece y es muy difícil de gestionar y controlar.

En un entrenamiento podemos “controlar” y corregir el error, pero en una competición resulta mucho más complejo porque entran en juego distintas variables de las entrenadas.

Los entrenadores practican día a día a sus deportistas para que ejecuten una acción de la mejor manera posible según las circunstancias que creen que aparecerán y, sin embargo, no se dan cuenta que en una competición no se repiten las mismas circunstancias. Con ello, me refiero a que es prácticamente imposible controlar que un jugador meta una canasta de básquet, o marque un gol, o gane un set, seis a cero, o ejecute correctamente las infinidades de elementos técnicos (de cada disciplina) que entran en juego, el cien por cien de las veces. Por ello, por que esta dificultad forma parte del juego e influye en los deportistas, debemos incluirla y trabajarla día a día.

Tú, entrenador, ¿Cuántas veces habéis reprochado a un jugador que ha cometido un error? O incluso, cuántas veces has dicho: "¿Cómo puedes fallar esa entrada, ese tiro o ese punto?" Pero no sabes que cuanto más énfasis y más reproches hagas a tus deportistas, más desconfianza se genera en ellos mismos.

Cuando los entrenadores se focalizan en aquello que los jugadores hacen mal o, creen que no deberían haber hecho, están lanzando un mensaje directo a su autoconfianza. De este modo, si no les permiten el lujo de fallar y repararlo los alejan de  construir sus niveles óptimos de confianza, que beneficiaran su conducta y su estado mental. Y, además, al obviar el aprendizaje de esa conducta, seguramente volverá a aparecer más adelante.
En las competiciones son los jugadores los que toman sus propias decisiones más allá de las palabras del entrenador. Y esto es inevitable, puesto que el mayor poder que tiene un entrenador (en los deportes permitidos) es cambiar un competidor por otro y, pedir tiempo muerto en un determinado momento. De lo demás, puede hablar y decir pero, debemos tener claro que son los jugadores los que tienen el control en la pista o en el campo.

En este sentido, aparece una reflexión y es que la función del entrenador debe ser la de entrenar a los jugadores para que sean capaces de tomar la mejor decisión posible durante la competición, bajo niveles óptimos de autoconfianza. 

En relación a lo que acabo de mencionar, quiero añadir otra reflexión y es que, los entrenadores debéis empezar a entender y aceptar que fallar es algo natural del propio deporte y de los propios deportistas. Pensarlo por un momento, ¿de verdad creéis que el deportista quiere fallar cuando tira un triple? ¿O quiere fallar cuando compite en un campeonato europeo? Evidentemente, no. El deportista no pasa horas y horas y horas entrenando y trabajando para llegar a la competición y fallar. El tema es que en la competición se cometen más errores porqué se atribuye como “algo más importante” y, esta atribución aumenta los niveles de autoexigencia de entrenador y deportista con lo que automáticamente (sin un un entrenamiento mental previo), aparecen dudas y la alteración de los pensamientos.

En cualquier caso, y como tercera reflexión, echar en cara que se ha cometido un error no ayudará al deportista a que deje de cometerlo. Al contrario, al señalar y focalizar la energía en ese error fomentará la bajada del rendimiento del deportista: disminuirá su autoconfianza y, la confianza en ese gesto técnico, que hará que el deportista deje de ejecutarlo.
De este modo, para que esto no suceda debemos empezar a cambiar la manera de ver el error. Evidentemente a nadie le gusta cometer errores en la competición pero como es algo inevitable, vamos a utilizarlo como un beneficio en vez de un perjuicio.

Un entrenador podría cambiar su lenguaje verbal y asumir que el error era algo que no se puede controlar y que forma parte del juego. En vez de decir en sus charlas previas a los juegos "no podemos cometer errores", podría decir "confío en vosotros al cien por cien" o “toméis la decisión que sea seguro que es buena y, si no resulta, buscaremos otra mejor”. También puede acompañar cada error que comete uno de sus jugadores con un refuerzo y una mejora técnica en la que focalizarse (darse cuenta de porqué había cometido el error). De este modo, los niveles de confianza de los jugadores se mantienen por el simple hecho de que desaparece el “miedo a fallar por si me cambia”. Con estos cambio seguramente se observe que los jugadores son más atrevidos e incluso, aquellos que nunca chutaban, empiecen a hacerlo, consiguiendo más opciones de marcar y, por tanto, más opciones de ganar.

Por otro lado, al modificar su conducta (el lenguaje no verbal) el entrenador puede transmitir instrucciones y que los deportistas perciban un clima de apoyo a sus acciones. Así se consigue que los jugadores salgan a la pista confiando los unos a los otros y, sobre todo, en ellos mismos y en sus cualidades técnico-tácticas.

Si eres un entrenador que te focalizas en los errores de tus jugadores, debes saber que les estás quitando la confianza a medida que pasa la competición. Sin embargo, si eres un entrenador que deja los errores a un lado y los aprovecha para mejorar la técnica y la táctica de los jugadores, probablemente estés fomentando su confianza.

Para finalizar, entrenador, si quieres fomentar la confianza óptima de tus jugadores/as utiliza estas recomendaciones:

– Confía y transmíteles tu confianza.

– Utiliza el error como corrección (focaliza qué hacer en ves de qué evitar).

– Asume el error como parte del juego que te permite corregir elementos técnicos y tácticos.

– Enseña y trabaja el error: es parte del juego y su aparición es tan habitual que debería entrenarse (sobre todo, mentalmente hablando).

 


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